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En el mundo de la pos verdad y el fake news la acción climática está en la cuerda floja

Trece días, representantes de más 180 países, incluyendo a gobiernos, organizaciones de sociedad civil, pueblos indígenas y lobistas de la industria fósil y una centena de eventos y reuniones de negociación, es decir un enorme despliegue de recursos y energía (en todos los sentidos) para un resultado, según el propio Secretario General de la CMNUCC, “tibio”, que deja una montaña empinada de acciones por resolver en 5 meses. Al respecto, queda clara la necesidad de revisar cómo se han planteado estas reuniones e identificar qué es necesario hacer para favorecer resultados sustantivos. Ni el tiempo, ni la legitimidad del proceso están a favor por lo que, si ha llegado el momento de reunir a ministros en Bonn habrá que hacerlo. Más reuniones con resultados tibios solo calientan el planeta, y eso no es algo que nos podemos permitir.

A pesar de las advertencias de los científicos respecto de los impactos y desastres que deberemos hacer frente de continuar con el mismo sistema económico global, alimentado por la industria de combustibles fósiles y sustentado en la post verdad, y los llamados de reconocidos líderes del mundo político, social y ambiental, nos encontramos en un punto muerto. Un punto con una salida estrecha y compleja y sin espacio/tiempo para adecuaciones de lenguajes en los textos de negociación o interpretaciones sesgadas en la búsqueda de beneficios para unos pocos. Lo que se requiere es tan sencillo como fundamental: voluntad política y medios de implementación, en particular financiamiento en tiempo y forma adecuada del norte al sur global (entiéndase financiamiento público, en base a donaciones para los tres pilares de la acción por el clima). Ello quedó en evidencia en Bonn. Casi todos los flujos de trabajo se atascaron dada la necesidad de contar con recursos y transferencia de capacidades y tecnología para implementar las acciones que se requieren en adaptación, educación, transición justa y otros.

Desde la firma del Acuerdo de París, en 2015, las negociaciones del clima han progresado en establecer las estructuras básicas y casi una década después es tiempo de las conversaciones difíciles. Pero, en un mundo convulsionado por guerras y eventos climáticos extremos, e inmerso en un año de electoral de escala global, el escenario no es prometedor. No obstante, para aquellos que creemos en la necesidad de conseguir acuerdos y emprender una acción concertada a escala global, la batalla aún no está perdida. La respuesta es la unión y el establecimiento de un marco de justicia comprehensivo y robusto.

Con el pasar de los años, además, se ha visto que el G77 + China se ha ido cohesionando para hacer peso al norte global y esa fuerza, unida a los movimientos globales por el clima, es la que podrá poner presión a los líderes de los países ricos para abrir sus billeteras y demostrar su compromiso con la vida y bienestar en nuestro planeta Tierra. El juego de diluir responsabilidades y eliminar toda noción de equidad de los países del norte es hermético y sostenido, por lo que se requiere mucha cohesión, articulación y confianza de todos quienes abogamos por un mundo más justo y en armonía con los límites planetarios.

Definitivamente es tiempo de cortar la bonanza estructural que ha permitido el crecimiento de la industria fósil y los petroestados y hablar de la deuda histórica, de los esquemas desiguales y de la injusticia del sistema financiero global que solo perpetúan las diferencias y mantiene las castas.

Seguir con los subsidios a los fósiles y los créditos que implican deuda y decisiones de pago que afectan la agenda de bienestar en el sur global y América Latina, es simplemente criminal. En este año queremos ver que las recomendaciones del Balance Global (GST) son capturadas en las NCDs de los países del norte y que sus nuevos planes de acción proponen de manera clara la transición energética y, con ello la puesta en marcha del párrafo 28 de la decisión. Queremos ver cómo los países del sur global han mejorado sus conocimientos y ponen sobre la mesa mejores planes de adaptación para la construcción de resiliencia frente a las consecuencias y efectos del cambio del clima global. Este año queremos ver cambios, y no más notas informales, reglas 16 y otros mecanismos que no responden a la urgencia de la crisis planetaria que estamos presenciando. La misión 1,5°C tiene un claro mandato y tendrá un punto de evaluación global y colectiva en Azerbaiyán.

En Baku, la claridad en nuestros sentipensares y la agudeza de nuestras acciones serán los mejores aliados.

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