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Consideraciones POST  Semana Climática de América Latina y El Caribe 2022

Consideraciones POST  Semana Climática
de América Latina y El Caribe 2022

La Semana Climática de América Latina y el Caribe, LACCW2022, desarrollada entre el 18 y el 22 de julio, en República Dominicana, deja una sensación amarga al percibirse una completa desconexión con el desastre socioambiental y económico que enfrenta nuestra región y la crisis climática mundial. La reunión contó con decenas de eventos, mayoritariamente liderados por organizaciones y agencias de cooperación de Naciones Unidas que, si bien presentaban discusiones interesantes, no apuntan a establecer mecanismos o procesos para emprender las transiciones socioeconómicas que implica atender la crisis climática ni a fortalecer una postura regional de cara a las negociaciones de la COP27.

Durante la Semana Climática LACCW2022 no se vieron anuncios de los países de la región respecto de nuevas y mejores metas de reducción de emisiones ni se conocieron sugerencias para fortalecer la propuesta de establecer un mecanismo de financiamiento, planteado por el G77 + China, durante la COP26 en Glasgow, en materia de daños y pérdidas. Ello, siendo de crucial relevancia, en tanto nuestras comunidades y pueblos ya se ven afectadas por el cambio climático y dado que no se trata de construir un nuevo fondo que no tenga recursos sino de buscar medidas y acciones innovadoras para asegurar el acceso a reparaciones y compensaciones para nuestros pueblos y comunidades, frente a la postura rígida de los países industrializados. Asimismo, discusiones sustantivas para alcanzar una meta global de adaptación, tema fundamental a nivel regional, o establecer mercados de carbono que reconozcan la situación regional y que aseguren la integridad ambiental, el respeto a los derechos humanos y de la naturaleza estuvieron ausentes. Por otro lado, la perspectiva y enfoque de género, elementos clave para establecer estrategias efectivas frente a la crisis climática, se abordaron marginalmente, habiendo sólo cuatro instancias dedicadas al tema, habiendo, además una visible subrepresentación de las mujeres en los paneles y actividades realizadas.

Junto a lo anterior, es clave mencionar que la presencia y participación de la sociedad civil y pueblos y nacionalidades en el espacio oficial fue limitada y casi simbólica dando cuenta de la necesidad urgente de establecer un proceso más abierto e inclusivo en el diseño y desarrollo de estos espacios de manera de asegurar que todas las voces sean reconocidas y tengan lugar. Ello, reconociendo que la gobernanza del cambio climático debe ser multiactor y multinivel si efectivamente se busca dar respuestas a sus causas, efectos y consecuencias y promover condiciones habilitantes para impulsar cambios transformacionales en favor de sociedades en armonía con los límites planetarios y el buen vivir. De hecho, fue lamentable la ausencia de espacios multiactor que permitiesen canalizar y facilitar el desarrollo de acciones que ya se están emprendiendo a nivel local por organizaciones sociales y territoriales.

En relación a la participación de los jóvenes, si bien se definió un espacio con el apoyo de YOUNGO, éste no fue liderado por las juventudes de la región presente en el evento provocando dificultades en la coordinación de acciones y propuestas sobre las necesidades que enfrenta dicho grupo en América Latina. No obstante, es destacable la presencia de Francisco Vera, niño colombiano y activista climático, aun cuando la participación de niños y niñas y jóvenes fue casi nula.

Por último, y no menos importante, es la ausencia de un documento de conclusiones conocido, discutido y retroalimentado de cara la reunión de Sharm el Shaik en noviembre, a sólo un año de que se reconozca oficialmente, en el Pacto de Glasgow, la relevancia de estos espacios como plataformas claves de articulación y promoción de la acción por el clima. Resulta lamentable que América Latina y las organizaciones interesadas en la agenda de transición y justicia en la región pierdan oportunidades clave para incidir en la agenda global y posicionar nuestras visiones de transformación que consideran como elementos centrales la justicia, la desconcentración del poder y respecto a la vida humana y no humana. En ese sentido, vale la pena recordar los estándares que promueve el Acuerdo de Escazú en materia de participación, los cuales deben establecerse como herramienta regional base.

De cara al LACCW2023 a desarrollarse en Panamá, las organizaciones miembro de CANLA instamos por:

  1. Impulsar procesos para la búsqueda de soluciones y mecanismos comunes que permitan a los países reorientar sus economías y redireccionar el uso de las finanzas públicas y sistemas de incentivos para implementar y fortalecer sus compromisos climáticos, incluyendo el impulso de las energías renovables descentralizadas y base local, el establecimiento de esquemas comerciales que favorezcan cadenas de valor cortas y de baja intensidad carbónica y el establecimiento de biomas de exclusión del extractivismo.
  2. Asegurar que la reunión de Panamá sea desarrollada bajo elevados estándares de inclusión y participación a fin de asegurar entre otros, el involucramiento de organizaciones de la sociedad civil, con trabajo en la materia, en el diseño y desarrollo del evento a fin de establecer una agenda que pueda dar respuestas a las necesidades de los territorios y promover una urgente articulación regional de cara a la COP28 y renovación de los enfoques metodológicos empleados.
  3. Establecer mecanismos para fortalecer la presencia de los diferentes actores interesados (niños, niñas, jóvenes, mujeres, pueblos indígenas, entre otros) y el desarrollo de instancias de intercambio multiactor, que incluya el encuentro de actores financieros, gobiernos, sociedad civil fructíferas y de largo aliento.
  4. Elevar la Semana Climática a una instancia de discusión y toma de acuerdos regionales de cara a las negociaciones multilaterales de cambio climático en 2023 y la búsqueda de soluciones regionales, entre las que se incluya el fortalecimiento de un regionalismo autónomo que priorice el abastecimiento e intercambio de bienes y servicios, incluidos energía y alimentos a fin de impulsar una transición energética y una seguridad alimentaria de baja intensidad carbónica en la región.
  5. Asegurar que la Semana Climática se constituya como una instancia de coordinación y rendición de cuentas en materia de la implementación de las NDCs y las metas 2030 y 2050, además de otros acuerdos regionales o subregionales con sinérgicas en favor de la acción por el clima como es el Pacto de Leticia o el Acuerdo de Escazú.

Por último, es de interés recalcar que el involucramiento de los diferentes sectores de la sociedad y el impulso de una co-gobernanza climática no puede quedar en el papel, sino que debe materializarse y ser cada vez más robusta si buscamos atender la crisis de una manera adecuada y efectiva. En ese sentido, es relevante que el espacio oficial genere puentes claros con las reuniones ciudadanas que comunmente se establecen en torno a estas reuniones como lo fue la ”Asamblea ciudadana por la justicia climática” liderada por la sociedad civil de República Dominicana y realizada en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

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